Recursos Humanos

Recursos Humanos en Paraguay: Cuando la Demanda supera a la Oferta

Hasta la primera década del siglo XXI el mercado empresarial paraguayo se caracterizó por la frugalidad y el minimalismo de sus empresas. Durante aquellos tiempos medianos y grandes negocios eran operados por pequeñas empresas que administraban tanto la escasez como la abundancia. La reinversión de las utilidades era mínima, cuando mucho, los empresarios compraban propiedades y se escudaban en los bienes raíces como fuente de recursos para el invierno económico, o como una jubilación basada en la renta mensual o venta de esas propiedades.

En las empresas, era muy común observar que pocos empleados cumplían con muchas funciones operativas, destacándose aquellos que se ganaban la confianza del patrón probando su lealtad, integridad y en menor medida su idoneidad. No se asignaban cargos gerenciales, la contabilidad era poco más que un tramite de cumplimiento fiscal, el departamento de recursos humanos (si lo había) solo pagaba salarios y completaba formularios legales, los servicios profesionales no eran valorados a menos que se enfrentara un juicio legal o se requiera de una auditoría externa. Casi sin importar el tamaño de las empresas y con honrosas excepciones, ese fue el paisaje corporativo mostrado por el empresariado paraguayo entre 1970 y 2010.

Pero ese escenario ha quedado atrás. La siguiente generación de empresarios está mucho más preparada técnicamente y asume el legado de sus padres con una filosofía distinta, llena de términos que causan tirria a la generación anterior, como trabajo en equipo, delegación, profesionalización de cuadros gerenciales, planificación estratégica, universidad corporativa, por citar algunos. Esta nueva generación de empresarios no es frugal sino mas bien consumista, no lo sabe todo ni quiere saberlo, prefieren contratar a quien sabe y dedicar mas tiempo a disfrutar del confort, la familia y lo que puedan pagar según su condición económica.

Por otro lado, la oferta educativa universitaria en el Paraguay ha producido egresados que hasta hace algunos años solo podrían ser empleados. “Profesionales” que no tenían capacidad de emprender, invertir, independizarse o presentarse como una oferta laboral basada en la idoneidad. El egresado universitario de aquel tiempo no buscaba negocios, buscaba empleo y dependiendo del empleo que consiga, la empresa contratante se encargaría de profesionalizarlo. Pero ese escenario también ha cambiado. Actualmente, las escuelas de negocio se han modernizado y sumadas al acceso irrestricto a la información, al conocimiento y a mercados más competitivos. El mercado paraguayo genera hoy mano de obra empresarial de clase mundial, pero hay que decirlo, en cantidad insuficiente para la demanda existente.

La contabilidad de gestión y el balance analítico es una necesidad instalada en las empresas, pero no siempre hay quien lo haga. El plan estratégico no puede implementarse con box movers y la gerencia comercial ya no será asignada al mejor vendedor como se hizo alguna vez, sino a quien domine científicamente el abordaje del mercado. En otro rincón de la empresa, las gerencias de operaciones, logística y las de administración y finanzas demandan personal técnico con probadas capacidades de gestión y programación de equipos de trabajo, asignación de recursos y gestión de realidades complejas. Hoy día, el profesional paraguayo debe probar su idoneidad antes que su lealtad e integridad.

Este nuevo escenario ha generado dos realidades cruciales muy difíciles de ignorar: Un verdadero blackout de recursos humanos y una acción decidida de los empresarios por disminuir la brecha entre la ciencia que demandan sus negocios y el grado de empleabilidad que encuentran en el mercado. Queda muy claro que si los empresarios no lo hacen, el mercado no llegará a tiempo para abastecer de profesionales que apuntalen el crecimiento de sus negocios.

No hay tiempo para formar generalistas, mientras las universidades aún hablan de Taylor y Fayol con las características de cada revolución industrial, las empresas contratan entrenamientos focalizados y certeros en Project Management, Business Inteligence y estrategias comerciales agresivas. Lo que no se aprendió en la universidad, en el colegio, en la casa o en la calle, la empresa deberá buscar la manera de enseñarlo y asegurar que sus empleados lo aprendan en sus oficinas. De otro modo, las empresas deberán lidiar con el crecimiento desordenado, la improvisación y la perdida de una valiosa oportunidad de crecimiento que otorga la actual coyuntura, como no se ha visto antes en este país y no sabemos cuanto tiempo durará.

Toda esta movilización de talentos, entrenamientos, necesidades y herramientas de gestión ha disparado el consumo de servicios de consultoría que ayuden a satisfacer la demanda de personal capacitado, a capacitar al personal existente, a ordenar el crecimiento, formar cuadros gerenciales de primer nivel y enriquecer al directorio de las empresas con profesionales y recursos hasta hace poco, desconocidos en nuestro medio. Hoy los servicios profesionales están mas valorados y demandados que nunca, y aquellas firmas que conocen la cultura local y hayan tropicalizado el conocimiento de uso global viven sus mejores días.

El empresario paraguayo de esta década, no solamente nombra gerentes calificados, también forma un directorio, ya no decide solo ni busca la acumulación de recursos para tiempos difíciles sino que se rodea de directores, asesores, gerentes y con la ayuda de la tecnología ostenta niveles de competitividad muy interesantes. Aún hay mucho por hacer para cerrar la brecha del talento y salir del Blackout, pero los empresarios han comprendido su rol en esta coyuntura y están comprometidos con la tarea de formar para crecer y cuidar a quienes han formado.

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